miércoles, 9 de mayo de 2012

ANIMISMO


animismo 




Mentalidad propia de los pueblos primitivos en virtud de la cual se atribuyen a los seres de la naturaleza las mismas actividades de los seres humanos y son convertidos por lo mismo en objetos de adoración.
El animismo (o religión popular) es una religión que ve un espíritu o una fuerza espiritual detrás de cada suceso, y considera que muchos objetos del mundo físico tienen algún significado espiritual. 
En la mayor parte del mundo, el animismo se mezcla con las religiones formales. Entre los seguidores de las principales religiones se encuentran muchas creencias y prácticas animistas. En realidad, las creencias animistas dominan el mundo. La mayoría de los taiwaneses creen en las religiones populares chinas. La mayoría de los hindúes y los musulmanes del centro y sudeste asiático, y la mayoría de los budistas de China y Japón combinan su religión con varias creencias y prácticas animistas. En muchas partes del mundo, el cristianismo no ha desplazado la religión popular local, sino que coexiste con ella en una incómoda tensión. 
La cosmovisión animista contiene tanto el mundo observado, o físico, como el no observado, o espiritual. No hay ninguna distinción marcada entre las dos realidades; lo que ocurre en una afecta a la otra. El mundo visible o físico consiste en lo que podemos ver, sentir y experimentar. Incluye las fuerzas de la naturaleza y los seres físicos. En el mundo visible, la tierra juega un papel destacado porque es considerada como una entidad viva, y suele ser adorada como la Madre Tierra. Se considera que la naturaleza está viva. Los montes, las cuevas, las montañas y los lagos suelen ser venerados como lugares sagrados. Los animales pueden ser encarnaciones de espíritus. Muchos son adorados como sagrados, como la vaca y el mono en India. 
 

 Las plantas también contienen espíritus, y algunas son adoradas. Los bosques son considerados como lugares donde moran los espíritus. Árboles como el roble, el cedro o el fresno son adorados en Europa. En muchas partes del mundo, existen muchos seres subhumanos que supuestamente viven en lagos, bosques y cuevas. En Europa, por ejemplo, incluyen seres míticos como los duendes, los gnomos y las hadas. 
El mundo invisible del animismo comienza por el concepto del "mana", la fuerza vital que permea todo el universo. Este poder es impersonal y no es adorado. Este poder sagrado se concentra más fuertemente en las deidades y las personas, lugares u objetos sagrados. Este mana gobierna toda la creación y no es controlado por los dioses o el hombre.
 
También forma parte del mundo invisible el Dios Supremo. Después de él hay una multitud de dioses menores que moran en regiones específicas. Luego de los dioses vienen los espíritus, que suelen morar en la naturaleza y están confinados a una zona específica. Luego están los espíritus de los ancestros, que siguen cumpliendo un papel con los vivos. 
Existen, también, fuerzas invisibles que incluyen poderes sobrenaturales como el destino, el orden moral cósmico, el mal de ojo, la magia y la hechicería. Hay, además, fuerzas de energía impersonal en los objetos que dan a esos objetos poder. Se cree que estos objetos dan a una persona poder para hacer el bien o el mal. 
Se encuentran trazas de animismo en África al sur del Sáhara, Australia, Oceanía, sudeste y centro de Asia y en toda América. La arqueología y la antropología estudian el animismo actualmente presente en las culturas indígenas. Algunos conceptos antiguos acerca del alma se pueden analizar a partir de los términos con que ésta era denominada. Por ejemplo, los lectores de Dante conocen la idea de que los muertos no tienen sombra (ombra). Esto no fue una invención del poeta sino una noción que proviene del folclore anterior al cristianismo. En las Islas Canarias, los guanches profesaban una religión animista (Mitología guanche).

Los basutos sostienen que una persona que camina por la orilla de un río puede perder la vida si su sombra toca el agua, ya que un cocodrilo podría engullirla y arrastrar a la persona dentro del agua. Y en algunas tribus de Norte y Suramérica, Tasmania y en la Europa clásica, se encuentra el concepto de que el alma — umbra— se identifica con la sombra de una persona.
En cambio en la cultura occidental hay conexión entre el alma y la respiración. Esta identificación se encuentra tanto en los idiomas indoeuropeos como en las lenguas semíticas. Aire en latín se dice spíritus, en griego pneuma y en hebreo ruach. Esta idea se encuentra también en Australia, varios puntos de la América precolombina y Asia.
Para algunas culturas indígenas de América y en las primeras religiones romanas, la costumbre de recibir el último aliento de un moribundo no era sólo un deber piadoso sino el medio de asegurarse de que su alma se reencarnaría en el vientre de una nueva madre, y no quedaría como un fantasma errante. Otros conceptos conocidos identifican el [alma con el hígado, con el corazón, con la figura que se ve reflejada en la pupila del ojo y con la sang
re.





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